viernes, 11 de noviembre de 2016

Repentino silencio

Estas semanas he optado por mantener un bajo perfil... Incluso me vi en la necesidad de mudarme y cambiar mi número de celular. Solo así he logrado evadir a don Reinaldo Castillo, quien, con insistencia, me ha exigido cumplir con su encargo. Si supiera lo que me pide... ¿Cómo podría yo, un simple mortal, pedirle a un kalku que se revele ante un enemigo? 

Mi desaparición coincide también con otra certeza: un brujo (al menos estoy seguro de que es uno por ahora) me tiene vigilado. Desde que se publicó la novela que me acecha. Y no solo es él: su sombra, como aquella que se dibuja en el bosque de la imagen, también me persigue. No es un invento de mi loca imaginación. Los he visto en el Parque Ecuador. El brujo y su sombra caminando entre la gente que desconoce de su existencia. Con un descaro absoluto, el brujo siempre sonríe cuando me ve, incluso me saluda, y su sombra se materializa solo lo suficiente para que solo yo pueda verla. Me los topé dos veces. Dos. No quise que hubiera una tercera. Preferí mudarme de mi cómodo departamento cercano al parque a otro sector, ojalá, más a resguardo. Hasta ahora no los he vuelto a ver.

Nunca imaginé que podría estar tan expuesto. Sergio me lo había advertido. Que no era lo mismo escribir libros sobre brujos en Chile, como lo hace él, a contar sus secretos más oscuros. «Es un camino peligroso», me escribió en un WhatsApp. ¡Cuánta verdad guarda su advertencia! Estoy ojeado, lo sé, más encima por un brujo poderoso. Y no hay nada que pueda hacer para evitarlo, solo evadir su furia el mayor tiempo posible.

Estas son las razones de mi repentino silencio. Y seguiré ausente por un tiempo. Les debo una nota sobre el cuarto rito, aquel en el que los brujos y las brujas unen su alma a una sombra. Trataré de vencer mis miedos para continuar la escritura de este blog, se los prometo. Pero por ahora, especialmente después de la noche de temblores de la madrugada del 8 de noviembre (que nada bueno auguran), me mantendré más silencioso. Espero con ello evitar visitas o llamadas inoportunas. Del padre de Lorena Castillo, del jefe de la organización de brujos y brujas de Concepción y, en especial, del brujo siniestro que me persigue y que me tiene bajo su poder aunque no quiera reconocerlo.

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