viernes, 30 de septiembre de 2016

El segundo rito: «Darse un nuevo nombre bajo un traiguén»

Cascada o Traiguén
El encargo de don Reinaldo Castillo me perturba. Desde el jueves 22 de septiembre que ando perseguido y si bien no he visualizado a mi tiuque (¿lo habrá alcanzado el disparo después de todo?), no he dejado de sentirme bajo la mirada atenta, casi inquisidora y asesina incluso, de Otro. Un Otro sin rostro, que se oculta siempre tras la máscara de lo cotidiano, pero que, estoy convencido, está esperando algún extraordinario suceso para dejarse ver. Lo estoy esperando, no sin cierto pavor por lo que me aguarda... Como ya saben, tratar con brujos y brujas es peligroso, casi suicida dirían algunos, pero yo trato de mantener la entereza a pesar de saberme vigilado. Muy de cerca, quizás. Más cerca de lo que imaginaba hasta una semana atrás.

Por mientras, trato de despejarme escribiendo estas líneas. Me ayudan a no pensar en el brujo (¿o es más de uno?) que me acosa. 

Como recordarán, a propósito de la participación de mi amigo Sergio Fritz en el programa "Chile Misterioso"*, comencé a contarles sobre los ritos de magia antigua para iniciarse en la brujería. Ya les hablé de la elaboración del makuñ. Ahora es el turno del segundo rito, conocido como «borrar o raspar el bautismo», que consiste en la purificación (o antipurificación, si se prefiere) bajo un traiguén cordillerano con el objeto de darse un nuevo nombre y así «extirparse el bautismo cristiano recibiendo agua sobre la cabeza desde una cascada, durante cuarenta días» (Marino y Osorio, 2014: p.71). También aparecen referencias a este ritual en el texto de Sergio La Recta Provincia, en el Diccionario de la brujería en Chiloé de Manuel Romo Sánchez y en el libro Mitos de Chile de Sonia Montecino. 

Lo que me llama la atención de este «quitarse el nombre antiguo y darse uno nuevo» es la necesidad imperiosa de hacerlo. Podría pensarse que es una prueba de fortaleza tanto física como mental (estar cuarenta días bajo un salto de agua puede ser una experiencia abrumadora para cuerpos y mentes débiles), sin embargo, tengo otra teoría. Siguiendo la primera regla «No digas tu nombre», quizás brujos y brujas deban tener más de un nombre para mantenerse a resguardo de otros maleficiadores. Quizás sea cierto lo dicho en la novela Maleficio: el brujo y su sombra acerca de este tema: que se trata de, al menos, tres nombres. El primero otorgado por la madre para usarlo a diario; el segundo puesto por sí mismos bajo la cascada para protegerse de otros brujos y brujas; el tercero dado por la sombra (de la que hablaremos en otra ocasión) para cerrar el pacto entre ambos. 

Sea como sea, el tema de los nombres es importante para ellos y para quienes, como yo, estamos a su merced. Ustedes ya lo saben. A rezar a San Cipriano no más que, por mientras, es nuestra única protección.

Fuentes consultadas:
-Fritz Roa, Sergio. La Recta Provincia. Una cofradía de brujos en el sur de Chile. Segunda edición corregida y ampliada. Santiago de Chile: Editorial Bajo los Hielos, 2016.
-Marino, Mauricio y Osorio, Cipriano. Juicio a los brujos de Chiloé. Santiago de Chile: Ediciones Tácitas, 2014.
-Montecino, Sonia. Mitos de Chile. Enciclopedia de seres, apariciones y encantos. Santiago de Chile: Catalonia, 2015.
-Romo Sánchez, Manuel. Diccionario de la brujería en Chiloé. 
http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0033461.pdf 

*Aquí dejo el link para escuchar el programa sobre la Recta Provincia en el que participó mi colega Sergio.
http://radio.uchile.cl/programas/chile-misterioso/386216/ 

domingo, 25 de septiembre de 2016

El encargo

He estado desaparecido una semana porque fui contactado por mis «amigos» brujos. Recibí la llamada el lunes 19 de septiembre. La misma voz de siempre. La misma petición. «Necesitamos de tus servicios». Eso fue todo. Los «servicios» incluían, como de costumbre, escribir algunos artículos para desviar la atención de los ciudadanos penquistas acerca de un homicidio en particular: la chica muerta en Chiguayante, hecho que comenté justamente en una entrada anterior. Al igual que en ocasiones anteriores, las fotografías tomadas en la escena del hallazgo del cuerpo así como los documentos policiales desaparecieron misteriosamente. Lo más notable fue que incluso quienes estuvieron a cargo de la investigación la semana previa a Fiestas Patrias han olvidado el hecho. No me extraña. Conozco la habilidad de estos maleficiadores para embolinar mentes y engatusar a los incautos que dicen sus nombres sin pensar que, gracias a ello, pueden ser controlados.

Iglesia Aldo, Chiguayante.
La novedad de la semana fue otra. Mientras estaba en estas labores fui contactado por la persona más insospechada: don Reinaldo Castillo (el padre de Lorena Castillo, la chica encontrada muerta en el Santuario del cerro La Virgen en diciembre del año pasado y de quien nadie —excepto yo y su padre— se acuerda). Me pidió una reunión secreta, para lo cual me citó en Chiguayante el jueves 22 de septiembre a las 11:00 horas, en las cercanías de una iglesia alejada del bullicio y prácticamente aislada.

Accedí más que nada por curiosidad. Me fui en locomoción colectiva para no despertar sospechas. Me junté con él en Walter Schaub con Los Avellanos. En silencio caminamos hacia la iglesia y nos perdimos en el bosque aledaño. Solo allí, en la soledad de la naturaleza, se atrevió a hablarme. Fue breve. Supongo que sospechó que conmigo no era necesario una larga explicación. Si ya había llegado a mí era porque conocía de mi relación con la Nueva Recta Provincia. «Usted sabe lo que voy a pedirle», me dijo. Asentí. «Solo un encargo», acentuó levantando sus espesas cejas sobre el marco de sus lentes oscuros. Permanecí en un silencio respetuoso, esperándolo. «Quiero reunirme con el brujo que mató a mi hija». Justo cuando iba a responderle que eso sería imposible, porque, claramente, no tenía idea de que no tenía injerencia alguna en la organización, ambos levantamos la vista y nos quedamos prendados en un tiuque que nos observaba, ominoso, desde un árbol cercano. Intempestivamente, el teniente en retiro de carabineros sacó su arma y disparó, sin mediar ninguna advertencia, contra el extraño pájaro, que alcanzó, por milímetros, a esquivar el disparo. Después de ello, se lo tragó el bosque y no volvimos a verlo.

No es mi tiuque. Me ha sido
imposible fotografiarlo.
«Saben de nuestro encuentro», me dijo con una entereza que me sorprendió. «Ahora estará obligado a hacer lo que le pedí», sentenció. Intenté persuadirlo. Que echara pie atrás. Que todavía estaba a tiempo. Pero nada de lo que le dije tuvo eco en su mente. Estaba decidido. Lo estaba incluso desde antes de nuestra reunión... Probablemente desde esa mañana en que lo llamaron para informarle del asesinato de su hija. O quizás tres días después, cuando todo vestigio de su muerte desapareció, incluso entre sus colegas de armas. Ahí debió haber sospechado que algo fuera de toda lógica había pasado.

¿Cómo llegó a mí? No sé. Creo que he dejado demasiados rastros, lo que me hace temer que, al menos uno de los brujos, ese a quien vi hacer sombras de lagartijas alguna vez, me conoce. Sabe mi nombre. Está al tanto de este blog. Y solo está a la espera de algún acontecimiento. Algo que desconozco, pero de lo que, ahora estoy seguro, soy parte.

domingo, 18 de septiembre de 2016

El primer rito: «Elaboración del makuñ»

Antenoche mi amigo y colega Sergio Fritz estuvo en el programa "Chile Misterioso" de la radio Universidad de Chile (que se transmite los viernes a las 23:00 hrs.), en donde habló de la Recta Provincia junto a Héctor Olmedo, autor de Javo Rivera y Los Tres de la Orden, novela que recupera la tradición de la brujería chilota a través de la historia de unos chicos de un internado de Castro que descubren secretos antiguos relacionados con la cofradía de brujos de Chiloé.
Todos los viernes,
una hora antes de la medianoche.

Durante la hora de programa (que estuvo muy interesante... mis felicitaciones para mi amigo), se abordaron varios temas de interés, entre ellos la disputa entre la Chillpilla y José de Moraleda (de lo que hablaremos en otra ocasión) y de los ritos iniciáticos para pertenecer a la Recta Provincia. De esto último quiero escribir esta noche, ya de vuelta en mi ciudad después de mi fugaz viaje a Santiago.

Por lo que he averiguado gracias a mi contacto dentro de la organización de brujos y brujas de Concepción (que, por razones obvias, no puedo revelar), tales rituales son considerados propios de la «magia antigua» y han sido prescritos por la magia actual, que busca ser más amigable con los no-brujos. Sin embargo, pareciera haber dos tipos de brujos y brujas: quienes practican rituales «adaptados» a los tiempos modernos (una especie de versión «menos violenta» de los ritos iniciáticos) y quienes realizan los tres ritos «como en los viejos tiempos». 

Hoy les contaré sobre el primer rito: la confección del makuñ, un chaleco que permite tanto andar de noche de manera incógnita como volar. En el libro de Mauricio Marino y Cipriano Osorio se transcribe la declaración de Mateo Coñuecar, uno de los imputados en el famoso juicio a los brujos de Chiloé de 1880-81, en la que, justamente, habla del misterioso chaleco:

«[el macuñ] es una parte de la piel de los brujos que mueren y los que quieren tenerla la sacan del panteón a la izquierda del cuerpo en dirección del pecho hacia la barriga. Esa piel la curten con ciertas yerbas y enseguida los brujos se la cuelgan con unos cordones al lado izquierdo y con ella andan de noche produciendo una luz especial que los distingue» (p.71).

Brujo volando con su makuñ
Se dice que el chaleco debe ser elaborado con la piel de un cadáver, de preferencia un limpio (cristiano) varón o de una mujer virgen. Pareciera ser que quienes han optado por esta magia antigua han hecho su makuñ a partir de piel y cabello de jovencitas (cosa que sospecho por algunas de las extrañas muertes que han ocurrido en este último tiempo, especialmente aquí). Como parte del armado del chaleco, se derrama aceite humano sobre él, lo que lo hace luminoso. Mi amigo Sergio dice al respecto: «Por ello, todavía en ciertas zonas del campo chileno el ver unas misteriosas luces que flotan en el aire es algo temido: se cree que corresponde a brujos» (p.28). 

Actualmente, confeccionar el makuñ con piel humana es considerado deleznable. Por ello, muy pocos brujos y brujas lo han elaborado a la manera antigua (creo que ahora usan pelo de mujer virgen no más), sin embargo, quienes sí lo han hecho (un grupo muy reducido, espero) cuentan con poderes más allá de lo inimaginable, por lo que dentro del subterráneo mundo de la brujería chilena son temidos, no tanto por los dones extraordinarios que confiere el chaleco mismo sino por lo que significa su elaboración: haber asesinado a un cristiano o a una muchacha virgen solo para obtener más poder.

Solo para terminar un dato: desde diciembre de 2015, cuando apareció muerta la hija del teniente en retiro de carabineros don Reinaldo Castillo en extrañas circunstancias en el cerro La Virgen (hecho que aparece mencionado en la novela "Maleficio, el brujo y su sombra" de la escritora Claudia Andrade), han ocurrido otras muertes sospechosas. De hecho, en mi ausencia, surgió un nuevo caso: una chica de diecisiete años, oriunda de Chiguayante, fue encontrada en la ribera norte del Biobío, sin su cabello y con mutilaciones en su espalda y pecho atribuibles a algún animal salvaje. La verdad sea dicha no creo esa versión. Quienes sabemos de la existencia de brujos y brujas conocemos el real significado de tales heridas: alguien ha realizado el primer rito a la manera antigua. Ahora solo queda esperar que cumpla con los dos restantes para convertirse en un brujo o bruja de acuerdo a las reglas de la temida magia ancestral, la más violenta y poderosa de todas.

Fuentes consultadas:
-Fritz Roa, Sergio. La Recta Provincia. Una cofradía de brujos en el sur de Chile. Segunda edición corregida y ampliada. Santiago de Chile: Editorial Bajo los Hielos, 2016.
-Marino, Mauricio y Osorio, Cipriano. Juicio a los brujos de Chiloé. Santiago de Chile: Ediciones Tácitas, 2014.

sábado, 10 de septiembre de 2016

Mi copia dedicada

Con la historia de mi tiuque misterioso, olvidé comentar lo que me llevó a visitar a mi colega Sergio Fritz: quería tener una copia de la segunda edición de su libro La Recta Provincia. Una cofradía de brujos en el sur de Chile. Por supuesto que tenía la primera edición del 2014, pero, como buen investigador (y coleccionista), necesitaba la segunda edición (ampliada y con imágenes nuevas).

Mi copia
Aquí copio un fragmento:

«Llamada generalmente "Recta Provincia" y en alguna ocasión "Recta Providencia", el origen y significado de su nombre, no obstante su importancia, no ha despertado mayor interés por los estudiosos, como si fuera una obviedad. 
«(...) Naturalmente el nombre no puede ser casual y debe tener una razón. Postulamos las siguientes hipótesis al respecto:

1) Según un criterio identitario, podría deberse a su Fidelidad con España. (...) El lenguaje de la "Recta Provincia" usa en ocasiones términos como "Las Españas" y otros semejantes, demostrándose de esta manera su simpatía hacia la Península. Así, los brujos establecieron su propia judicatura, distinta a la chilena, y conservando en homenaje nombres que aluden a España.

2) Según un criterio político y simbólico, podría derivar de Real, Regia. La "Recta Provincia" podría ser vista como la Regia Provincia, ello por cuanto de alguna manera estableció un Reino, con sus propios reyes, jerarquía y una distribución espacial acorde (...).

3) Según un criterio estrictamente esotérico, el nombre vendría del hecho que en Chile existiría un reino subterráneo que estaría conectado a través de cuevas de brujos o salamancas. Carlos Keller señala algo que nos permite elaborar esta hipótesis: "La creencia en brujos está todavía muy arraigada en el país. Se sostiene que en las profundidades de la tierra hay a lo largo de todo el territorio una inmensa cueva, conocida con el nombre de Salamanca. Hay a ella muchos accesos, siendo los principales los de El Molle (al interior de La Serena), Talagante, Vichuquén y Quicaví (sobre la Isla Grande de Chiloé)"» (pp.22-23).

Gracias, Sergio, por tan interesante investigación.

viernes, 9 de septiembre de 2016

Encuentro con Sergio Fritz y el tiuque

Librería Bajo Los Hielos
(Providencia 1336, Galería Puerta del Sol)
Esta semana tuve uno de esos encuentros que me motivan a seguir en esta empresa casi imposible de mantener mi anonimato mientras develo algunos secretos de los brujos y brujas de la Nueva Recta Provincia. 

Por motivos laborales (no vinculados con mis «amigos brujos» de Concepción), tuve que viajar a la capital. Recién llegado al terminal de buses, tuve mi primer sobresalto: un tiuque, que estaba posado sobre la señalética del metro de Estación Central, me miraba sin quitarme la vista de encima. Cuando comencé a sentir un cosquilleo en la nuca (mala señal sin duda), emprendió su vuelo y desapareció en dirección a la USACH. Traté de no darle muchas vueltas a este inusual encuentro e intenté seguir el itinerario que me había propuesto. Tenía que hacer unos pololitos periodísticos y traté de centrarme en ello. Sin embargo, el pajarraco aparecía y desaparecía a ratos, y durante los tres días que estuve en Santiago, siempre estuvo al acecho.

Mi amigo y colega Sergio Fritz Roa
Con el extraño tiuque persiguiéndome desde lo alto, llegué a una de mis citas previamente concertadas: un almuerzo con mi colega Sergio Fritz, investigador de la cofradía de brujos de Chiloé, cuyo libro La Recta Provincia ya va, según me comentó, en su tercera edición. «Ha despertado mucho interés», me contó entusiasmado mientras despejaba una pila de libros para que pudiera sentarme. Preocupado, traté de persuadirlo para que no llamara tanto la atención. «Ya sabes por qué», le advertí, pero me dijo algo muy cierto: «Desde hace rato conocen mi nombre y sigo aquí. Por algo será». Quizás porque les conviene, pensé. Quizás porque todo esto es parte de un plan en el que no solo Sergio y yo estamos metidos, sino también otros que, como nosotros, hemos contado al mundo parte de sus secretos.

Para distraerme de mis sombríos pensamientos, le cuento que hace unos días, en el programa "Mentiras Verdaderas", hablaron de la Recta Provincia (la antigua). «Qué pena que no te invitaran a ti», le dije. «Me falta fama», me contestó levantando levemente los hombros. Nos reímos espontáneamente. Después volvimos a las anécdotas de siempre, de esas que solo pueden compartir quienes investigan cosas fuera de lo común, como nosotros. Historias raras, de esas que te hacen estar mirando sobre el hombro todo el tiempo. Pero los recuerdos amenos nos duraron poco: una sombra alada pasó fugaz por fuera de la librería. Era muy grande para ser una simple una paloma. Nos miramos sobresaltados y, sin decirnos nada, nos paramos y nos asomamos, no sin cierto temor, hacia el exterior. Y ahí, desde una de las barras blancas que cruzan de lado a lado el patio de la galería, estaba mi tiuque, mirándonos con inusitada atención. Su presencia nos puso en alerta. Nos recordó que los brujos y las brujas están entre nosotros y que solo quienes estamos iniciados en los secretos de la brujería chilena identificamos su actuar. Es uno de ellos, me dije. Ya no cabe duda.

«¿Sabes quién es?», me preguntó Sergio casi en un susurro. Negué con la cabeza, mientras instintivamente puse mi mano izquierda sobre mi medallita de San Cipriano. Sin ponernos de acuerdo comenzamos a recitar unos versos venidos de tiempos remotos: «San Cipriano va para arriba, San Cipriano va para abajo». Tres veces pronunciamos el conjuro. El tiuque nos escuchó con la misma atención de siempre, pero quizás algo molesto. Eso creo al menos. De pronto, decidió irse, ya sea porque no tenía nada más que hacer ahí o porque nuestras palabras, a pesar de todo, lo intimidaron. Sea como sea, se marchó. Pero el almuerzo quedó teñido por su ominosa presencia.






viernes, 2 de septiembre de 2016

Esferas de la Magia (2)

Conocer las esferas de la magia de brujos y brujas chilenos permite entender cómo pueden actuar sobre personas como usted o como yo, que somos ajenos a su mundo, pero que no por ello estamos fuera del alcance de su arte. Mientras la magia telúrica consiste en manifestaciones visibles de brujería (como se dijo, a través de la voz, el flechazo o la transformación), la magia acuática se caracteriza por la invisibilidad de dicha acción. Puede llevarse a cabo por medio de la manipulación mental sin necesidad de usar la voz (ensoñación), de un contra (retención) o del uso de yerbas o venenos (ocultación). 
SOMNIUM

La ensoñación permite crear sellos que impiden a un «limpio» (persona que no tiene vinculación con la brujería) ver una acción propia de la brujería. Además, quien use esta esfera es capaz de hacer dormir a una persona y, a través de los sueños, mostrarle lo que desee o controlarlo/la. Se usa mucho como método persuasivo o para saber lo que el otro piensa en algún momento determinado. Otro aspecto interesante es que, en el caso de brujas, pueden dedicarse al oficio de «soñadoras», y así «desentrañar el lenguaje onírico propio y de los demás, gracias a lo cual son capaces de saber la causa de las enfermedades, capta(r) el futuro y (...) comunica(rse) con las divinidades» (Montecino, 2015: p.566).

RETENTIONE
La retención se opone a la proyección (flechazo o mal tirado), por ello, su principal acción es el «contra», que permite «anular los efectos de los maleficios» (Romo, Diccionario de la brujería en Chiloé: p.11). Entendido de esta manera, aquellos/as que usan esta esfera son capaces de realizar limpiezas, crear amuletos protectores (que anulan el daño) y hacer «sajaduras», pequeños cortes casi invisibles al ojo humano que sirven para determinar si una persona es inmune o sensible a un maleficio en particular y así determinar cómo actuar frente a un ataque hecho con proyección. Además de lo dicho, sirve para retener la sombra de otro brujo o bruja, así como sumergirse en ríos, lagos y mares sin necesidad de usar ningún artilugio.

OCCULTATIONE
Finalmente, la ocultación es quizás la actividad más asociada al mundo de la brujería (especialmente a brujas). Hacer «bebedizos» (pócimas venenosas), «bocados» (para causar vómitos y deshidratación severa), «bultos» (laceraciones internas), «cachines» (ulceraciones en la piel), «enyerbaduras» (venenos a base de plantas o también filtros amorosos) o «quilmais» (pócimas abortivas), son algunas de sus formas de acción. Las hierbas no solo «constituyen una materia básica en la confección de dispositivos mágicos (...) (sino que también) pueden usarse en favor de la sanación o (para) torcer un maleficio» (Valenzuela, 2013: p.112). En el primer caso se asocia con la acción de «emponzoñar» (envenenar); en el segundo, con reparar o remediar un mal.

La magia acuática no era propia de los kalku (maleficiadores o brujos) sino de las meica«mujeres que poseen el saber de sanar, con yerbas, enfermedades comunes y también males causados por los brujos» (Montecino, 2015: p.442). Sin embargo, en la actualidad, y tal como he podido constatar al observar el accionar de los brujos y brujas de la Nueva Recta Provincia, las esferas están mezcladas, por lo que es muy difícil encontrar meicas puras. Salvo, quizás, la brujería de Vichuquén, que, hasta donde sé, mantiene la tradición de solo usar magia acuática.

Fuentes consultadas:
-Montecino, Sonia. Mitos de Chile. Enciclopedia de seres, apariciones y encantos. Santiago de Chile: Catalonia, 2015.
-Romo Sánchez, Manuel. Diccionario de la brujería en Chiloé. 
http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0033461.pdf 
-Valenzuela, Eduardo. Maleficio. Historia de hechicería y brujería en el Chile colonial. Santiago de Chile: Pehuén Editores, 2013.