"No digas tu nombre" |
Por razones que no puedo detallar ahora,
he tenido que permanecer oculto todos estos meses, siempre perseguido, pero
hasta ahora no alcanzado (o eso me han hecho creer).
Mi misión sigue en pie, con la misma
firmeza que tuve en los inicios de este blog: investigar los secretos de
las familias brujeriles de nuestra tierra y tratar de precaver a los incautos.
Muchos desconocen que los brujos y las brujas están entre nosotros,
escondiéndose tras una máscara de aparente amabilidad, esperando.
Por eso, ¡cuidado! No se atrevan a
despertar aquello que no debe ser perturbado. Yo ya fui víctima de ello y, a
duras penas, logré zafar de una muerte segura. Y aún hoy creo que si sigo aquí,
con esta empresa (y con vida), es porque el brujo del norte me lo ha permitido,
porque, de alguna manera que todavía no logro comprender, sigo haciendo su
voluntad.
Su presencia me acompaña a donde quiera
que dirija mis pasos...
Y hoy, aquí en Santiago, mientras
observo la ciudad despertar de su letargo, siento su sombra escudriñando desde
una prudente distancia. Está aquí. Lo sé. Y mi trabajo ahora es advertir a
quienes han osado provocarlo. Porque él está vivo, de eso no hay duda. Está
vivo, a pesar de que lo vi morir esa noche de San Juan.
Está vivo, sediento de venganza,
acechando.
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